A nadie se le escapa que Chaouen ha entrado definitivamente en los mapas, a través de los folletos turísticos. A pesar de todo, la ciudad sigue emanando un aroma especial y deambular sin rumbo por los callejones estrechos y a menudo empinados, descubriendo rincones, patios, tramos de escaleras que se pierden tras un recodo, suelos pintados del mismo color azulón que los zócalos de las casas, olivos centenarios de tronco atormentado que subsisten como islas, sigue siendo un ejercicio sumamente reconfortante y sin olvidar que Chaouen es , sin duda, una de las ciudades más fotogénicas de Marruecos.
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